Mientras celebramos nuestro 120 aniversario en Shapiro, no puedo evitar pensar en mi padre y en lo duro que trabajó para mantener y construir el negocio. Me trae recuerdos de cuando él me llevaba a trabajar cuando era un niño pequeño. Si bien me sentí bien estar a su lado en una carrera que amaba, ahora sé que me estaba enseñando a seguir sus pasos en un negocio que ya tenía 50 años y que le había heredado su padre, quien comenzó con un carrito de mano y lo cambio a un caballo y una carreta. Él me estaba preparando para el futuro.
Mi padre alquiló un pequeño espacio industrial a un amigo antes de abrir un almacén un poco más grande en la ciudad. El almacén tenía unos 3,000 pies cuadrados con un muelle de carga. Había una pequeña oficina/casa enfrente, donde vivían nuestro camionero Sacks Johnson y su esposa, Alma Mae. Ella era la dama más amable y me vigilaba cuando exploraba el depósito.
Cuando tenía 12 años, mi padre me incluyó en las visitas a los clientes. Recuerdo específicamente una cuenta de Valve en Washington, Missouri. Sus virutas de latón se almacenaron en tambos y nuestro camión directo fue enviado a recoger los desechos de su muelle. Los tambos eran pesados, hasta 1,000 libras, pero nuestro equipo pudo moverlos por el almacén y, como era tan pequeño, de alguna manera los apilaron dos. Obviamente, no había ningún requisito de OSHA en ese momento.
Pude ver que a los clientes les agradaba mi papá y pensé que era porque era amigable con todos los que encontraba. A menudo llevaba pan de centeno especial a la fábrica de válvulas. La gente de ese pueblo era principalmente de decendencia alemana y amaba el pan. Cuando era niño, era divertido verlo interactuar con sus clientes y me di cuenta de que amaba lo que hacía. Estaba muy orgulloso tanto de mi padre como de su negocio.
Si bien me gustaban las visitas de los clientes, también estaba muy interesado en ir a almorzar a restaurantes locales que servían mermelada de manzana untada en pan. Pero, aunque disfruté los panecillos no se trataba del almuerzo, sino más bien de pasar tiempo con él y hablar. Muchos de nosotros perdemos esa oportunidad cuando utilizamos la comodidad de los restaurantes con servicio de ventanilla, pero ¿a qué costo? Es el costo de un recuerdo.
Cuando era adolescente, podía viajar en nuestros camiones y los conductores me enseñaron a cambiar de marcha. Se sintió poderoso y me preparó para conducir mi primera camioneta Ford de velocidades manual. Cambiar de marcha es lo que a menudo deben hacer las empresas que tienen 120 años de antigüedad. Shapiro comenzó a recolectar metal en 1904 usando un coche de caballos, estoy seguro de que cuando pasamos al uso de camiones, hubo un gran cambio en lo que se podía lograr.
En los más de 50 años que llevo trabajando para Shapiro, hemos cambiado de rumbo varias veces. Si bien siempre hemos estado en el negocio de reciclar metales de manera responsable y mantenerlos fuera de los basureros, pasar a programas de sostenibilidad total es un concepto que nunca imaginé.
Saber que todos los días, nuestras 10 ubicaciones y más de 140 miembros del equipo están trabajando para hacer el planeta mejor juntos es realmente algo que mi abuelo y mi padre no podrían haber predicho, pero no puedo evitar pensar en lo orgullosos y agradecidos que estarían por todos ustedes.
Mi padre murió poco antes de que yo cumpliera 15 años, demasiado pronto. Ojalá pudiéramos seguir visitando clientes, examinando metales y pasando tiempo sentados uno frente al otro y compartiendo panecillos con mermelada de manzana. Dicho esto, tengo una petición. Te pido que cambies de rumbo en tus días ocupados y tomes tiempo para sentarte frente a alguien que amas y crear el mismo tipo de recuerdos poderosos que tengo de mi padre. Si lo haces, serán los momentos preciosos que guardarás en tu corazón por el resto de tu vida.
Mientras Shapiro celebra su 120º aniversario, nuestra transición de vendedor ambulante de desechos a comerciante de desechos industriales, luego a reciclador y ahora a socio de sostenibilidad que no era imaginable cuando empezamos. Tengo mucho que agradecer. Al crecer, primero me enseñaron a tratar a otras personas como quieres que te traten a ti. Ese principio me ha resultado muy útil. Tengo la suerte de estar rodeado de un excelente equipo de personas en Shapiro. Esta regla de oro también se aplica a nuestros socios. Tratar a los demás con amabilidad funciona.
Mi historia es típica de muchos que emigraron a los Estados Unidos. Como la mayoría, en ese momento, vinieron aquí buscando una vida mejor para ellos y sus familias. Mi abuelo y su hermano llegaron a los Estados Unidos cuando eran adolescentes en 1901. Como judíos de Europa del Este, escapaban del antisemitismo y la persecución física. Creían en el sueño americano de la independencia para practicar su religión, educar a sus hijos y darles oportunidades de triunfar. Lamentablemente, no a todos se les presentaron los mismos derechos que a mi familia. Muchos años antes, personas de África fueron traídas aquí como esclavas y se les negaron esos privilegios.
Nuestro país acaba de celebrar el Día de la Independencia. Es importante recordar que la libertad no es gratis. No olvidemos a los estadounidenses que han luchado para mantener nuestra independencia. Nuestro deber como ciudadanos es honrar a esos soldados y proteger la Constitución y la Declaración de Derechos que lucharon por preservar.
Agradezco a quienes se toman el tiempo de leer mis notas y espero sus comentarios cada mes. Nada me hace más feliz que saber de ti.
¡Gracias de nuevo y espero verte en el mes de Agosto!
